En la calle Adelante De Yunquera se encontraba el domicilio familiar, número actual 19, hoy “Calle del Seminarista Duarte”.
La Yunquera de entonces era un pequeño pueblo con un montón de casas apretujadas alrededor de la iglesia parroquial en cuyas calles sólo se escuchaba el paso de las bestias de leñadores y campesinos, sin carreteras, con algunas pequeñas industrias como los lagares, las hilaturas de lana o las manufacturas de medias y calcetines de algodón, con dos casas-cuarteles, una de la Guardia Civil y otra de los Carabineros, con numerosas tabernas siempre limpias y olorosas a mosto.
Con tierras de labranza atrincheradas entre sierras y montañas que allí se llaman tableros, y pequeños bancales cuidadosamente cultivados, insuficientes para dar trabajo a toda su gente, por lo que cada año tenían que salir grandes cuadrillas de segadores hacia los campos de Jerez de la Frontera.

Recibidor y libros usados por Juan en el Seminario de Málaga
Notas y documentos de Juan en el Seminario
Lugar donde se escondía Juan mientras duró su estancia en Yunquera
Habitación de los padres de Juan Duarte y armario donde se conserva su ropa
Cuadras para los animales y entrada trasera de la casa
Caja metálica donde reposaban los restos del Beato en el suelo de la Iglesia de Yunquera antes de su traslado a la capilla lateral actual
Cocina de la casa familiar
Habitación de los hermanos Duarte en la primera planta de la casa (en la época de Juan no estaban las actuales camas. Chicos y chicas dormían separados por una cortina).
Zona de aseo en la habitación de los hermanos
Ajuar preparado por Carmen Duarte para cuando su hermano se ordenase y ropa de Juan en el seminario con su número de seminarista
Acceso y terraza donde fue visto Juan antes de su detención
Esquela de Juan Duarte

Breviario de Juan

Minutos antes de la cinco, despertando con el toque de la campana, comenzaban a escucharse descorrer pestillos y cerrojos abriendo puertas y afluyendo sus vecinos al templo parroquial, donde ya esperaba el párroco, Don Francisco López Rodríguez o su anciano coadjutor Don Miguel Triviño.
A la sombra de la parroquia y casi debajo de su torre, nació y creció el niño Juan Duarte, familiarizado con los toques de las campanas desde el amanecer al toque de ánimas, pasando por el ángelus a media mañana, las vísperas a las cuatro de la tarde, el rosario a las cinco y media, además de los toques a “Majestad” cuando salía el párroco con el Santísimo, entre faroles y campanillazos para llevar la comunión a algún enfermo.